Tras la lectura y reflexión sobre el presente artículo, se ha podido extraer que realmente la pobreza menstrual sí está suponiendo una situación de exclusión y vulnerabilidad para las personas que menstrúan, tanto por el simple hecho de menstruar como por los síntomas que esta puede provocar, como pueden ser: molestias, diarrea, etc. Además, puede provocar situaciones de absentismo, que aumentan la probabilidad de encontrarse en riesgo de exclusión social y vulnerabilidad. Por otro lado, otros de los factores que afectan se relacionan con los altos precios de los productos de higiene menstrual, que en muchas ocasiones, afectan a la calidad de vida de las familias.
De esta manera, se corrobora la relación entre la menstruación y el fracaso escolar, que supone situaciones de vulnerabilidad y exclusión.
A la hora de reflexionar sobre la salud menstrual, se ha tratado esta temática con adolescentes de un centro de menores y ha supuesto para ellas y ellos, momentos de vergüenza, ocultar la situación, no hablar sobre el tema o no conocer algunas de las características del ciclo, como pueden ser: la duración, los síntomas del síndrome premenstrual o los productos de higiene menstrual, etc.
Lo que se puede hacer para tratar estos temas, podría ser: realizar infografías de información y formación sobre el tema, haciéndoles buscar e informarse sobre distintos productos de higiene íntima, características, situaciones que prevenir o maneras de normalizar la menstruación tanto en el grupo de iguales como en la escuela o la familia, promoviendo una actitud y pensamiento crítico tanto sobre la ecología, como los precios o la salud propia.
En mi centro sí se proporcionan productos de higiene menstrual, tanto en el centro de menores como en el centro educativo, donde se ofrecen en situación de necesidad o de manera excepcional, pero no de manera normal o habitual, causando vergüenza o invisibilizando la situación en las personas que están menstruando.
Con lo que sí se encuentran bastantes desigualdades es en el trato de esta, haciendo que se tengan que "aguantar" el dolor, normalizando estas reacciones, silenciándolas o minimizándolas.
Considero que se ha regulado el precio de las mascarillas porque se ha considerado un problema económico de la sociedad general, pero no de una parte de esta o de un colectivo. Además, se estaban creando grandes especulaciones al respecto y se le dio mayor importancia por la situación sociosanitaria que había alrededor. Por otro lado, se contempla el tabú que existe entorno a la menstruación y lo que ello conlleva y que por ello, es posible que se minimice la transmisión de información y comunicación sobre los precios, vulnerabilidad, absentismo, etc.
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